miércoles, 25 de enero de 2023

T. VOLUNTARI@S: literatura creativa

LITERATURA CREATIVA: "Una noche entre libros", por Juana Mateos



Los/as participantes del taller de literatura creativa de Luca de Tena, han recopilado sus escritos en un libro que les gustaría compartir con todos/as nosotros/as. Cada semana, se publicarán sus escritos en nuestro blog, para compartir reflexiones y entretenimiento. Esperamos que os guste.





"Me ocurrió en una visita cuando fui a ver la Biblioteca Nacional.
Embobada entre tantos libros de tanta sabiduría, de historias de la vida, de las artes mayores y menores, de todas las épocas desde que se inventó la imprenta, yo estaba embelesada mirando una vitrina donde ponía: "libros (Incunables)". Tan distraída estaba averiguando qué quería decir esa palabrita que no oí que por la megafonía daban la orden de abandonar las salas. Yo miraba hasta que comprendí que eran los libros editados entre 1453 y 1501. Y mirando, mirando, fue cuando me enteré de cuáles fueron las primeras ediciones. Me di cuenta de que estaba sola en la grandísima sala y que sólo me acompañaban las paredes vestidas con miles de libros.
De pronto se apagaron las luces, sólo quedaron las de emergencia, y yo estaba con los ojos como platos sorprendidos adaptándolos a la semioscuridad.
Pero antes ya me había enterado de cuál fue el primer libro que se imprimió: la Biblia, a nivel universal. Y a nivel Nacional La Gramática de la Lengua Castellana, la Biblia Políglota, de Lebrija, la Celestina, de F. Rojas.
Empecé a caminar sin ver bien por dónde iba entre tinieblas por las salas. Todo estaba solitario. Me dije que me captarían con las cámaras los guardias, pero nadie contestaba a mi llamada diciendo: ¿Hay alguien ahí? Nada. Me acomodé a la situación. No tenía miedo porque, me decía, los libros enseñan, no atacan a nadie. Estaba custodiada por más de 28 millones de publicaciones de ejemplares de grades autores de las ciencias, la filosofía, la música, la literatura, la historia, real y de ficción,… Así que me acomode sentándome en un asiento. Me dije que
nadie me echaría en falta ya que había venido de Cáceres a pasar unos días y no tenía nadie aquí. En el hotel ni se darían cuenta.
A través de los muros se oía llover y tronar. Me adormecí y soñé que, autores que yo había leído y visto sus nombres en los libros antes de que se apagara la luz, paseaban por la sala observándome. Iban vestidos de varias épocas.
 “Está dormida”-decían.
 “Estaba tan distraída mirando la colección de los incunables que no se ha dado cuenta del cierre.”
 “Pobrecilla, la acompañaremos en sus sueños “.
Me despertaron unas voces de lejos. Dieron la luz. Sentí pasos cerca ¿Qué voy a hacer? ¿Me detendrán? Me dije: me esconderé detrás de una estatua que está cerca de mí y, cuando entren las visitas, me mezclaré entre la gente. A sí lo hice. Oí a un vigilante comentar a otro que las cámaras se habían estropeado por la tormenta. Pensé por eso no había sido descubierta, que nadie se había enterado de mi aventura.
Sonreí, diciéndome mientras caminaba para el hotel: he sido la reina, en la semioscuridad, del reino del saber.
La hermosa Biblioteca Nacional, rodeada de historias que habían dado a luz los grandes sabios de las letras: filósofos, historiadores, astrónomos, científicos, pintores, historiadores, musicólogos, los libros digitales,… O sea, rodeada del saber del mundo. Pero no supe saber salir hasta que abrieron las puertas, sólo supe camuflarme para que no me detuvieran dentro.
Se me ha quedado en la mente el recuerdo del sueño, de cuando me custodiaron los autores de los títulos de los libros, y las vestimentas, cada una distinta". 


viernes, 20 de enero de 2023

T. VOLUNTARI@S: Historia

HISTORIA: "GUERRA FRÍA, CULTURAL E IDEOLÓGICA" 



La voluntaria de historia del Centro de Mayores Luca de Tena, Lucía Acuña, nos comparte este vídeo sobre la Guerra Fría, donde poder aprender y aclarar los orígenes de los conflictos actuales de una manera dinámica y fácil. 






miércoles, 18 de enero de 2023

T. VOLUNTARI@S: literatura creativa

LITERATURA CREATIVA: "Érase una vez una familia", por Jesús González Estévez


Los/as participantes del taller de literatura creativa de Luca de Tena, han recopilado sus escritos en un libro que les gustaría compartir con todos/as nosotros/as. Cada semana, se publicarán sus escritos en nuestro blog, para compartir reflexiones y entretenimiento. Esperamos que os guste.


"Había una vez un pueblo tan perdido en la montaña que no llegaban a él, ni el cartero, ni las cigüeñas, pero si los niños.

                   

Un día frío de mediados de enero, un hombre y una mujer siembran trigo. Trabajan en silencio, la finca es grande, los días cortos y los bueyes lentos. Necesitan terminar porque mañana es día de mercado, tienen que ir a vender lo que puedan y comprar parte de lo que necesitan.
Paran unos breves minutos para descansar y comer algo. Al continuar, ella va delante guiando los bueyes para que el surco salga alineado con los ya labrados. El detrás sujetando el arado.
Entre día y noche, él suelta un juramento, al oírlo ella apura los bueyes para que continúen tirando con fuerza, el arado rompe algo, pero él no se detiene a mirar.
Al volver a pasar por el mismo sitio, algo llama la atención de la mujer que manda parar a los bueyes.
Se agacha y en el surco ve un hueco del que procede un sonido, pensando que sería un nido de ratones con mucho cuidado mete en él un extremo de la vara de guiar los bueyes y con gran precaución va sacando algo que la deja muy sorprendida, sin palabras, ¡era una niña!
La pareja no da crédito a lo que ve, ¿cómo podía ser?, hasta los bueyes parecen haberse quedado sorprendidos. Se miran y sin decir palabra se entienden, ella envuelve la niña en el mandil y marcha hacia la casa. El desengancha los bueyes del arado y la sigue en silencio. Por aquel día la faena ha terminado.
Al llegar a casa la mujer y su suegra atienden a la recién encontrada, la bañan en una palancana y le dan a gotitas un poco de leche templada. La niña agradecida sonríe, suelta un eructo y acurrucada se queda plácidamente dormida.
Han pasado los años, los cuatro son felices, la mujer y la niña llevan la merienda a los tres hombres que están arrancando la maleza del monte para limpiarlo y dedicarlo al cultivo.
La comida transcurre en una alegre conversación sobre cosas sin importancia, noticias y simpáticas anécdotas de conocidos de los pueblos cercanos. Uno de los hombres tiene prisa por rematar el trabajo y apenas ha terminado la merienda, ya está con la herramienta en la mano cavando el monte. En uno de los golpes de azada levanta un gran terrón de tierra, hierbas, raíces de arbustos y piedras, se queda quieto mirando lo que ha aparecido debajo de él. Es un rebujo de trapos del que sale un suave sonido como si alguien durmiera en su interior. Se agacha, lo abre y ve que es una preciosa niña. La tapa de nuevo y acercándose a la mujer le dice:
 Toma yo soy soltero, ni sé, ni puedo tenerla, mi madre es ya muy mayor, y así tu hija tendrá con quién jugar.
Marido y mujer se miran y ríen, ella toma la niña, la envuelve en el mantel, la pone en la cesta, con ella en la cabeza y con su hija mayor unos ratos en brazos y otros andando regresan a casa.
Ha pasado ya un largo periodo de tiempo cuando la mujer que está haciendo pan, ve venir a su cuñado el herrero camino arriba con el caballo cargado de sacos de carbón. Es un hombre alto, alegre pero ese día va fumando meditabundo. Le espera en la puerta de la casa y le invita a pasar. El después de pensarlo acepta la invitación y entra en la casa llevando la espuerta de la comida.
La mujer pone el café al fuego y los dos charlan mientras se hace. Le pregunta si quiere un vaso de vino. Él dice que no que lo que necesita es leche tibia, le pide que mire lo que ha encontrado en el monte entre el carbón que días atrás había hecho con su padre y saca de la espuerta algo envuelto en su chaleco, cuando lo abre aparece una niña toda sonrosada que mueve con alegría brazos y piernas.
 ¿Qué vas a hacer con ella? ¿Por qué no nos la dejas a nosotros?, la criaríamos feliz junto a sus hermanas mayores.
El hombre echa un trago de café, da una calada al cigarro, se queda pensando un largo rato y cuando rompe el silencio dice que acepta pero que él será el padrino de la recién llegada. La mujer sonriente acepta, le pone otro café y le da un bollo de pan rocíen horneado.
Al cabo de los años la tristeza ha roto el ritmo feliz del hogar. La partera, a pesar de conocer muy bien su oficio no ha podido hacer nada.
Es la hora, han llegado los compañeros de colegio de la mayor que junto con la maestra la acompañaran a la iglesia y al cementerio. Pero la comprensión del hombre de fe está condicionada por demasiados límites. No les deja entrar en la iglesia y además no podrán enterrar a la recién nacida en el camposanto por no estar bautizada. El padre le dice que no es así, que él mismo y la partera, al darse cuenta de lo que iba a pasar, la habían bautizado, que se llama Rosa y es cristiana. La partera como madrina y un vecino como padrino lo confirman. El represéntate de la fe no entiende la tristeza de los que pierden un ser querido en el parto y les dice que la entierren a la entrada del cementerio con los suicidas y otros malos cristianos, dicho lo cual se marcha.
Con gran pesar comienzan a cavar donde les ha indicado pero un vecino indignado no comprende tamaña falta de caridad por parte de quien debiera atesorarla, les dice que no le hagan caso, no es necesario atender a las sin razones, que la entierren en el nicho de su familia junto con sus padres y así lo hacen.
Un buen día la abuela fue lejos, dicen que, a Madrid, a visitar a los hijos y nietos que allí vivían. Al volver, un mocoso de algo más de un año la acompañaba, todos lo reciben con cariño y alegría. Aunque en el grupo infantil la más pequeña al sentirse la princesa destronada no comparte tanto entusiasmo y pide que se lleven al "malaleño" a donde estaba. El niño crece feliz con las tres niñas y además no viene solo, en los veranos su hermano mayor se une a la familia.
Las mayores van al colegio bajando por una senda pendiente y estrecha a través de un bosque de eucaliptos, cuando este termina cruzan un turbulento rio por un postigo de tres palos que se llevaba el agua en las riadas. El camino a la escuela rodea una dínamo, un molino y continúa por una carretera llana a la orilla derecha del río.
Todos los años antes de comenzar el colegio, un vecino del otro lado del rio cortaba la maleza que crecía entorno a la senda para mantenerla abierta y que los niños pudieran ir a la escuela. Cuando terminaba, siempre iba a merendar y a tomar café con la familia, pero en una de las ocasiones llegó pálido y preocupado, le costaba trabajo hablar y como él era de naturaleza extrovertida, la mujer le pregunta enseguida si le pasa algo. Tartamudeando y dubitativo al principio poco a poco va diciendo el motivo de su desasosiego.
 Mientras limpiaba la senda, debajo de un madroño he encontrado esta niña y no sé qué hacer con ella. Mi y mujer y yo somos mayores y ya no tenemos fuerzas para comenzar de nuevo la crianza y educación de una hija.
En diciendo esto deja encima de la mesa un amasijo de papeles dentro del cual se escuchaba el llanto de un bebe. La pareja no se piensa dos veces el asunto y le dice que ellos la cuidarán junto a sus otros hijos pero que les alegraría mucho que él y su mujer fuesen los padrinos de la recién hallada. El suspiro de alivio enmascara el sí con el que comienza a recuperar la paz.
Los años pasaron y aquella casa parecía de goma agrandándose para dar cabida a tanto niño, sin embargo, aún tendría que crecer un poco más y el presupuesto familiar estirarse para recibir al último vástago.
Un buen día la mujer miraba si las berzas del huerto valdrían ya para alimentar tanto a la familia como a sus gallinas y conejos. Sin que se aperciba de su llegada, un vecino que viene a ayudarle a sembrar patatas la asusta preguntándole:
 ¿Has visto lo que tienes ahí debajo de esa berza?
Como la mujer no ve nada, el hombre salta la pared del huerto, se acerca a una berza y coge debajo de ella un hatillo de sacos de esparto. Cuando lo abren observan que en su interior hay un hermoso niño que les mira con serenidad. La mujer lo acoge en su regazo y va a enseñarle el niño al marido:
 Que hoy es este guaje pequeño que todo lo enreda. Bueno y ahora que ya sabéis cada uno de vosotros como habéis llegado a esta casa, vuestra hermana mayor os va a llevar a la cama.
 ¡No!, ¡no! papá cuéntanoslo otra vez, - piden los niños a coro.
 No puede ser, es hora de que los más pequeños y los que vais al colegio durmáis y
además yo ahora tengo que dar cuerda a los relojes y escuchar el parte.
Poco a poco y a regañadientes los niños se dirigen a sus habitaciones riéndose los unos de los otros sobre la forma de llegar a la familia de cada uno de ellos.
 Mira que tuvo suerte este pequeño guaje enredador de que lo encontrará mamá antes de que una vaca se lo comiera con berza y todo.
Con voz de trapo alguien contesta:
 Pues anda que tú, si hubiera llegado el perro antes que mamá no habrías nacido.
 Ahora sé porque por mucho que te laves siempre tienes la cara sucia.
 ¡Anda! "malaleño" tú sigue así y verás quien no te va a dejar jugar con mis gatitos.
 Yo no tengo sueño y además no quiero ir al colegio.
 Mira tú que para haber nacido en el camino hacia él debieras tenerle más afición. Fíjate en mí que nací en el monte y me gusta aprender las cosas que nos enseñan en la escuela".



Jesús González Estévez




miércoles, 11 de enero de 2023

T. VOLUNTARI@S: Literatura creativa

LITERATURA CREATIVA: "Mi casa mágica", por Encarna Llorente




Los/as participantes del taller de literatura creativa de Luca de Tena, han recopilado sus escritos en un libro que les gustaría compartir con todos/as nosotros/as. Cada semana, se publicarán sus escritos en nuestro blog, para compartir reflexiones y entretenimiento. Esperamos que os guste.


Tengo una casa que para mí es mágica.

En ella encuentro todo el confort que a mí me llena de satisfacción. Cuando regreso de mi trabajo cojo un camino que pasa a través de la montaña que me acorta en veinte kilómetros el recorrido. 
¡Soy transportista! Paso muchas horas con mi camión, de vuelta para casa en la montaña hay un ciervo que cada vez que paso, con su balanceo de cuernos me saluda. Un buen día, bajó de la montaña y se puso en mi camino, tuve que parar y recogerle, tenía una pata rota, me costó un esfuerzo enorme subirlo a la caja, ya en mi casa lo curé y se la entablillé. Después busque un lugar donde pudiera estar cómodo. Cuando llevaba un tiempo en mi casa le visitaban muchos animales parecía que le gustaba el hogar que le había proporcionado. Entre sus visitas se podían ver ardillas, tórtolas, búhos y hasta ginetas; también mucha variedad de pájaros que nos deleitaban con sus cánticos y algunos de ellos entraban en la casa haciéndome la vida más agradable, pero, un día, vi como al anochecer se acercaban unos ciervos, estos empezaron a quedarse y dormían con mi ciervo. 
Así que al cabo de un tiempo aumentó la familia. Esto me produjo mucha satisfacción pues yo les cuidaba con esmero, ellos salían por la montaña, pero siempre regresaban para sacar a su cría adelante, el cervatillo por las mañanas cuando se quedaba solo daba saltos de alegría.


Encarnación Llorente, Mayo 2022.