miércoles, 15 de febrero de 2023

T. VOLUNTARI@S: literatura creativa.



LITERATURA CREATIVA: "El ciprés persa", por Mª Eugenia Gª Alonso







Los/as participantes del taller de literatura creativa de Luca de Tena, han recopilado sus escritos en un libro que les gustaría compartir con todos/as nosotros/as. Cada semana, se publicarán sus escritos en nuestro blog, para compartir reflexiones y entretenimiento. Esperamos que os guste.


"Era una tarde de otoño, el cielo estaba gris, amenazaba lluvia, yo estaba perezosa, me senté en el sofá y empecé a recordar, la clase a la que había asistido por la mañana. El profesor de botánica tendría alrededor de unos sesenta años, gordito, algo calvo y un verdadero entusiasta de la naturaleza. Sostenía que cualquier plantita, que cualquier arbusto tenía alma y que él en cierta ocasión escucho gemir a un ciprés.
Nos empezó a hablar de EL CIPRÉS PERSA. Nos mostró la foto, era precioso, nos dijo que se le calculaba que tenía entre cuatro mil y cuatro mil quinientos años , ya hablaban de él en el siglo quince .Continuo diciéndonos que tiene 25 metros de altura y un diámetro de once metros y medio. Está protegido por la ORGANIZACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL DE IRÁN y es una importante atracción turística.
Me estaba quedando fría, me tapé con una mantita, miré la ventana, empezaba a llover. Me gustaba ese repiqueteo del agua en los cristales. Apoyé la cabeza en el brazo del sofá. Pensé en el famoso árbol, cuantas cosas habría visto en su larga vida, a cuantas personas habría conocido. Me quedé dormida.
En mi sueño, me vi en un hermoso bosque, era como el paraíso. El suelo estaba cubierto de un manto verde donde aquí y allá se veían florecillas silvestres, arboles de distintos tamaños en cuyas ramas se mecían diversidad de aves, vencejos, grullas, jilgueros. Armaban un gran escándalo, parecía que cantaban todos a la vez.
Comencé a caminar hasta que llegué a un pequeño montículo y allí en medio de un claro estaba. ¡¡ EL CIPRÉS PERSA ¡¡. Era majestuoso, miré hacia arriba, sus ramas parecía que llegaban al cielo, no sé porqué me arrodille ante tanta grandeza. Entonces escuche una voz que me decía:

 Levántate niña y acércate, quiero verte mejor, mis ojos ya han perdido un poco de visión.
Yo estaba asombrada, era el árbol el que me hablaba, le dije balbuceando: 
¡Hola señor!. Se echó a reír. 
No te asustes- continuó- en mi larga vida he conocido muchas jovencitas como tú, si quieres te contaré la historia de una a la que conocí en el año 1473. Me acuerdo porque fue un año de una gran sequía
 Sí, por favor- contesté.
El ciprés comenzó diciendo: “La joven venía huyendo por el bosque, unos hombres a caballo la perseguían. Llegó hasta mí y yo la cubrí con mis ramas para que no la vieran. Ellos me rodearon varias veces buscándola pero no la encontraron. Por fin, se fueron”.
Ya puedes salir, le dije, se han marchado.
 Gracias señor,-me contestó.
 Por favor-le pregunté- ¿por qué huyes? 
Me dijo: “Señor: es una larga historia, mi padre se ha vuelto a casar con una joven dos años mayor que yo. Desde ese mismo día se ha apoderado de todo cuanto mi madre tenía. La ha encerrado en una pequeña habitación, con su anciana criada. A mí padre le dice que tiene una enfermedad contagiosa y que no puede salir”.
En cuanto a mí, me odia, dice que llevo la maldad en el cuerpo y que debo morir. Me ha mandado matar, he conseguido huir y gracias a vos esconderme, pero no sé qué puedo hacer, ni como salvar a mi pobre madre y a su sirvienta.
 No te preocupes joven amiga- le dije:Yo te ayudaré. 
Silbé fuertemente, empecé a mover todo mi tronco y pronto apareció un joven montando un hermoso caballo blanco seguido de seis jinetes todos vestidos de negro. Aquel joven estaba a mi servicio. Has de saber mi joven amiga que mi poder está por encima de todos los mortales. ¿Qué deseáis Señor? Me preguntó: 
Coger una de mis ramas contesté y frotaros todos con ella. Os hará invisibles.
Después, como nadie puede veros, id a la casa de esta joven y capturar a la madrastra, encerrarla en el lugar donde están las dos pobres mujeres a las que rescataréis. A éstas, también frotarlas con mis ramas. Huir de aquel lugar rápidamente y volved todos aquí, debemos darlas cobijo y decidir cómo ayudarlas. Id rápido.
 ¡Sí señor!, gritaron todos a la vez. El muchacho del caballo blanco montó a la joven junto a él y todos empezaron a galopar. Como todos los que sueñan, en mi cabeza podía sentir como sonaban los cascos de sus caballos. De pronto me desperté, seguía oyéndolo, miré la ventana, llovía torrencialmente golpeando fuertemente los cristales. Sonreí. Pensé en el CIPRÉS PERSA. Si puedo, algún día iré a Irán. Tengo deseos de ver a aquel maravilloso árbol y hasta, quien sabe, a lo mejor a mí me habla".


Mª Eugenia García Alonso



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